| No respires sobre mí y no aprietes tu pecho; |
| Estoy cansado y flácido y un poco,
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| Solo un poco quiero tomarme un descanso de tus escándalos, de tus amigos borrachos,
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| humos borrachos y otros moretones y hanygs.
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| Y del humo del tabaco, el tul blanco desprende amarillez.
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| Y la puerta estaba grasienta, la forma en que la toman con las manos cuando vienen aquí en una multitud.
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| No acariciado, pero empapado como un hanyga, cara roja y de ojos apagados.
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| Hay un libro hecho jirones sobre la mesa.
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| Y la habitación está sucia, y huele a orina, como en un basurero.
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| Y en el frenesí de los ladrones cantan las prostitutas, y por la mañana tiemblan los bebedores.
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| El cielo en la tierra en una botella, de tres a diez el precio, como el hipo de una resaca, pasa.
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| Y la piojosa criatura, para que le den un sorbo, gimoteará.
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| Se aferra, acaricia, bromea, sonríe, halaga, gatea a cuatro patas y, jadeando,
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| sollozando, gritando:
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| Y como una ramera fiel, en lo que parió mi madre, cantaré y bailaré,
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| Sí, sírvelo, entonces, ¿qué pasa?!"
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| Y después de tomar un sorbo de su garganta, sus ojos se nublaron y se arrastró por las esquinas.
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| Hay un desorden completo sobre la mesa, y las flores cayeron: las margaritas del prado de un frasco no son para la belleza,
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| Simplemente no hay nada con lo que beber este Rizol terriblemente basura.
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| Una puta se emborrachó y gritó algunas tonterías, solo se calmó y llamó con ella,
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| cuando alguien dijo:
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| "Soy tu esposo". |