| Yo cantaba con una guitarra, y tú en los bolsillos,
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| y manos hasta los codos, pero vacías hasta el fondo,
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| Me pasé un sorbo del maldito por la garganta,
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| Escupió con desprecio, y ladró, dicen, vive sola,
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| Deshiciste mi vida del rublo, en el viento,
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| Me rompió el corazón en pedazos el domingo por la mañana,
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| Por esto trajo a su vida una contribución vergonzosa,
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| Entrega tu alma a Dios, pero sigues siendo basura,
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| Parece que estoy caminando solo descalzo, a lo largo del soviet,
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| ¿Dónde están los tres abedules, donde el obelisco apuntaló el cielo,
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| Siento tu mirada, me volteo bruscamente,
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| Y solo yo vi como giraba la hoja del álamo,
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| Una hoja amarillenta yace bajo los pies de los transeúntes,
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| En la mismísima tierra, bajo las plantas de los pies andrajosos,
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| Como una niña que me acaricia en la noche,
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| Él pide, querida, quédate un poco más,
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| Estoy frente a un espejo, esa hoja es mi reflejo,
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| Volé a algún lado, pero no recuerdo dónde,
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| Como en una noche de recién casados, no hay suficiente paciencia,
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| Si veo a una chica en un negligé,
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| Toco la letra, pero a menudo sucede con un visto bueno,
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| Aquí está el borde y más allá ya puedes sollozar,
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| cruzo, pero solo en mi alma se calma,
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| Se apaga en silencio y, sin embargo, hay que tomar la cuerda. |