| Joven Johnny, lo conocí
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| Un niño meteorito
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| Tan seguro de lo que quería hacer
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| Todas las mañanas decía
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| «Mamá yo quiero jugar
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| El piano, el acordeón también»
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| y el jugaba
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| y el jugaba
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| En la máquina oxidada y podrida de su abuelo
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| Su madre caminó hacia abajo
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| Y comprado en la ciudad
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| El mejor acordeón que hayas visto
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| El joven Johnny, él sabía
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| En la vieja casa a su lado
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| Vivió enojada la vieja señora McDuff
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| Para mejorar su técnica
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| Jugaba seis días a la semana
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| El vecino pensó que uno era suficiente
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| y el jugaba
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| y el jugaba
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| Y la Sra. McDuff, ella golpearía la pared
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| Pero Johnny estaba orgulloso
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| Estaba jugando tan fuerte
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| Por encima de su propia música no se escucha nada en absoluto
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| Volvió loca a la anciana
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| El sueño de Johnny de convertirse
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| Una estrella de piano-acordeón
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| Hasta su maquillaje vengativo
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| La llevó a emprender
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| La guitarra acústica de seis cuerdas
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| y ella jugó
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| y ella jugó
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| Nuestro niño no podía dormir; |
| en la pared golpeaba
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| McDuff siguió rasgueando
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| Finge que estaba tocando la batería
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| Una guitarra amarga pero dulce música que encontró
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| Jugando, los jugadores
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| Plagaron a los vecinos pobres
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| Golpeando tomaría represalias
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| Y demasiado tarde tarde encontraron
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| Que la gran muralla entre ellos
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| No tenían la fuerza de su odio
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| Las casas se habían ido
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| Y de debajo de los escombros
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| Dos malditos músicos escalaron
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| Donde una vez hubo un muro
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| No había nada en absoluto
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| Lado a lado por primera vez
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| y jugaron
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| como jugaron
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| Con sus dos cuerdas rotas y su maquina polvorienta
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| encuentran que son
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| la guitarra mas grande
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| Y la banda de acordeón que alguna vez ha habido |