| Había una mujer, y ella era sabia; |
| lamentablemente sabia era ella;
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| Era vieja, muy vieja, pero sus años en total no eran más que veinte y tres;
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| Y se sabía de memoria, de cabo a rabo, el Libro de la Iniquidad.
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| No hay esperanza para los que son como yo en la tierra, ni tampoco en el cielo;
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| Sin amor vivo, sin amor muero, sin piedad, sin perdón;
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| Un jade aborrecido, ejerzo mi oficio, impío y no consagrado.
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| Pinto mis mejillas, porque son blancas, y las mejillas de tiza odian los hombres;
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| Mis ojos con vino los hago brillar, para que el hombre busque y se sacie;
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| Con encima una lámpara de color rojo me siento y espero
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| Hasta que llegan, la escoria nocturna, con los ojos ebrios en llamas;
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| Vuestros amados, hijos, despreciativos, soy yo quien conoce su vergüenza.
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| Los dioses, ya ves, son brutos para mí, y por eso juego mi juego.
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| Porque la vida no es lo que pensamos, ni lo que planeamos;
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| Y la Mujer en un mundo amargo debe hacer lo mejor que pueda...
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| Debe ceder el golpe, llevar el yugo y servir a la voluntad del hombre;
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| Debe servir su necesidad y siempre alimentar la llama de su deseo,
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| Aunque sea amada solo por amor, o sea amada por pago;
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| Porque cada hombre desde que comenzó la vida está contaminado con el lodo.
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| Y aunque sepas que Él te ama tanto y te puso en el trono del amor;
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| Sin embargo, deja que tus ojos se burlen de sus suspiros, y que tu corazón sea de piedra,
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| Para que no te quedes (como me dejó a mí) alcanzado y solo.
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| Desde el beso cercano del amor hasta el abismo del infierno hay un vuelo puro, digo,
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| Y el anillo de bodas y la campana nupcial son fuegos fatuos de aflicción,
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| Y no es sabio amar demasiado bien, y esto lo saben todas las mujeres.
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| Por tanto, la manada de lobos se ha hartado del cordero, su presa,
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| Con sonrisa de sirena y astucia de serpiente hago pagar a la manada de lobos...
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| Con patas aterciopeladas y garras desolladoras, una tigresa se despertó para matar.
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| Uno que en la juventud buscó la verdad más verdadera y encontró las mentiras del diablo;
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| Un símbolo del pecado del hombre, un sacrificio humano.
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| Sin embargo, ¿culparé al hombre de la vergüenza? |
| ¿Podría ser de otra manera?
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| ¿No nací para caminar con desdén donde otros caminan con orgullo?
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| El Hacedor estropeado, y, estrellado por el mal, me dejo llevar por Su marea;
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| Y Él solo juzgará a los Suyos, así que yo espero Su juicio.
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| El destino ha escrito una tragedia; |
| su nombre es El Corazón Humano.
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| El Teatro es la Casa de la Vida, la Mujer el papel de la comediante;
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| El Diablo entra en la caja del apuntador y la jugada está lista para comenzar |