Solíamos levantarnos al amanecer
|
Y vivió mil años
|
Hasta que uno de nosotros robó
|
El fuego es una luz parpadeante.
|
Entonces algunos de nosotros comenzamos a orar,
|
Otros afilan colmillos,
|
Pero todos bebimos del Río Azul.
|
Y entonces el tiempo fluyó entre mis dedos,
|
Para el invierno, el río se volvió poco profundo.
|
Y el que siempre vivió aquí comenzó a culpar
|
Vino de lejos.
|
Algunos tenían hijas que crecían
|
otros hijos
|
Pero todos bebimos del mismo arroyo.
|
Nos encarcelamos unos a otros en fortalezas,
|
Los puentes fueron incendiados.
|
Sobre esta ciudad hay una estrella con una media luna,
|
Por encima de eso, en la parte superior de las cruces.
|
Sobre una ventana - el canto de la oropéndola,
|
Sobre el otro está el repiqueteo de los cuervos,
|
Pero todos bebimos del mismo arroyo.
|
Uno retirado del mundo a las montañas
|
A las fuentes del Yin y el Yang.
|
Otro estaba sentado en un salón de té lleno de humo.
|
Y acaba de fumar una pipa de agua.
|
Una esposa lleva un vestido blanco,
|
La de negro no es mujer de nadie,
|
Pero todos bebimos del mismo arroyo.
|
Uno se elevó más y más alto,
|
Otro dañó el ala.
|
En algunos campos caían mazorcas de maíz,
|
Nada creció en los demás.
|
Uno se estaba muriendo, alcanzado por una bala,
|
El otro disparó un arma,
|
Pero todos bebimos del mismo arroyo.
|
Y habiendo tomado un sorbo, quién es vino, quién es poción,
|
Quien se acuerda del padre, quien es la madre,
|
Uno decide que es hora de construir
|
La otra es que es hora de explotar.
|
Pero cada medianoche el Sentado
|
En el molino de los destinos, su disputa se resuelve:
|
Él le dice a quién ir de patrulla. |