| Bañado en el óxido de la luna
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| es la canción de cuna del lecho de muerte
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| Cantado tan suavemente con las estrellas
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| Reflejado en sus ojos
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| Es el resplandor que llama a los hombres
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| En el bosque, de camino trillado
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| Es la vista del fuego que
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| Los ojos de ninguna doncella deberían tener
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| El hierro hace lo que se le dice al hierro
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| Y bebe del oro rojo de la vida
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| Pero la vergüenza no se irá con el último aliento
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| La vida que quiere su propia muerte
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| Y el bosque tararea su himno silencioso
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| Oído por los de la soledad
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| como niebla brota
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| Hasta las orillas oscuras del arroyo
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| Hechizado por sus bosques de abetos
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| Es el resplandor que llama a los hombres
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| En el bosque, de camino trillado
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| Es la vista del fuego que
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| Los ojos de ninguna doncella deberían tener
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| El hierro hace lo que se le dice al hierro
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| Y bebe del oro rojo de la vida
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| Pero la vergüenza no se irá con el último aliento
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| La vida que quiere su propia muerte
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| Bañado en el óxido de la luna
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| es la canción de cuna del lecho de muerte
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| Cantado tan suavemente con las estrellas
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| Reflejado en sus ojos
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| Es el resplandor que llama a los hombres
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| En el bosque, de camino trillado
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| Es la vista del fuego que
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| Los ojos de ninguna doncella deberían tener
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| El hierro hace lo que se le dice al hierro
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| Y bebe del oro rojo de la vida
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| Pero la vergüenza no se irá con el último aliento
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| La vida que quiere su propia muerte
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| El hierro hace lo que se le dice al hierro
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| Y bebe del oro rojo de la vida
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| Pero la vergüenza no se irá con el último aliento
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| El hierro hace lo que se le dice al hierro
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| Y bebe del oro rojo de la vida
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| La vida que quiere su propia muerte |