| La bestia en las nubes se había tragado la luna
|
| Un espalda plateada atronando a través del cosmos
|
| En silencio ahora las estrellas siguieron su melodía
|
| Guiñando de la existencia al borde del caos
|
| Escribí un soneto abierto, a las puertas del cielo en llamas
|
| Mientras miraba a este ángel embriagando todo
|
| La pelota se convirtió en su cancha, su presencia allí electrizante.
|
| Candelabros peleados, para arrancarse
|
| Ella era una llama, divina
|
| Mi patático llamado al deber, irrefutable
|
| Sus ojos me paralizaron, congelaron el fluir del tiempo
|
| Un vistazo tan dolorosamente hermoso
|
| Huyendo de la mansión a la manera de este crimen
|
| Nos protegimos del desborde, el torbellino de los cielos
|
| En el mirador griego, hablando rima trágica
|
| La muerte nunca se asentaría, por un pétalo a la vez
|
| él arrancaría
|
| He aquí, esta víspera de malleus, está palpitando al pulso de las almas
|
| Ella era el juego, sublime
|
| Un caballero se lleva a la reina en rubí, indiscutible
|
| Entonces sus ojos, me paralizaron por segunda vez
|
| Un vistazo tan dolorosamente hermoso
|
| Bebiendo en su flora esta aurora a la tormenta
|
| Yo estaba ardiendo en el horno de un amor que fue a la guerra
|
| Con un deseo voraz, los fuegos iluminaron los cielos para
|
| Acariciando en la lluvia, una metáfora menos dolorosa
|
| Por esta hambre
|
| En tumba de mármol
|
| Sin aliento, envuelto
|
| Un largo vestido rojo envuelve, como Ofelia, a esta Diosa
|
| El luto luego se arrastra
|
| Terciopelo negro palido
|
| Pasar labios fervientes, entre sus delicias
|
| Miserere Mei Diva
|
| Perdóname por siempre mi novia
|
| Pero se entregó un regalo, por perverso que fuera
|
| En esa noche moriste exquisitamente
|
| (Seraphina se levanta)
|
| Perfección arcana, su leyenda quedó grabada
|
| (A la reina demonio revisada)
|
| Una resurrección caída, sin paralelo en este mundo o en el próximo
|
| Despertado, abandonado, por otros tomados como presa
|
| Ahora estarás en la grandeza del amor
|
| Un país de las maravillas en el que jugar
|
| La bestia en las nubes escupió a la luna
|
| Y ataviado con una corona de telarañas brillantes
|
| Se puso de pie como un profeta de la fatalidad
|
| Nacido en la oscuridad inmortal mientras la mortalidad se escapaba
|
| Ella era una llama, divina
|
| Mi llamada gnática del deber, irrefutable
|
| Sus ojos me embellecieron con su brillo perverso
|
| Un vistazo tan dolorosamente hermoso
|
| Ahora ella agita la noche como la perfecta Lorelei
|
| Mientras ella espolea al caballo oscuro que hace espuma en mi alma
|
| La muerte es veloz, dulce, a menudo discreta, la bestia en la máscara de la belleza
|
| Sus cielos, adornados, completos, ahora libres de días nublados |