| Poetas devanándose los sesos con absenta
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| Nunca podría pintar completamente estas noches
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| Ningún mártir se separa de su dolor
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| Podría pronunciar palabras tan eruditas
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| Como aquellos que ahora me reveló
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| En la agonía de las pasiones agarre
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| Complaciendo fantasías latentes
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| Que corría lenguas bífidas a lo largo del labio
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| De la pudenda del destino
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| La agenda de la serpiente retorcida
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| Ahora el mundo se doblaría
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| A su legado mortal
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| El cementerio de la vida estaba esperando, tan vertiginoso vuelo
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| Del convento en la Feria de Todos los Santos
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| Sin contemplar, huimos por la noche
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| Demasiado borracho de sangre y saciado de coño para preocuparse
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| La Diosa había hablado
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| y el deseo despierto
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| Crujió en el aire a nuestro alrededor.
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| Una fuerza psíquica que brilla como el fuego
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| Y en sus pechos. |
| ese viejo collar
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| El que le cogí a la Abadesa jodida
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| cuyo pequeño secreto sucio, aparte de mí
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| Ahora brillaba con audaz intensidad
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| Gran poder que poseía
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| La oscuridad llevada a la carne viva
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| Este tesoro era antiguo, tomado por la fuerza
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| De una casta de élite de sacerdotes en Delfos
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| Los Templarios fueron pacientes, se quedaron fuera del rumbo
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| Luego desplumaron a sus huestes griegas mientras dormían
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| Ese collar atravesado
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| Asesinatos viles y millas peores
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| Pero que fue una maldición
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| ¿A este demonio perverso?
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| La leyenda juró que fue un regalo de la malicia
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| Para la doncella Harmonia
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| El engendro ilegítimo del amor y la guerra árida
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| Los celos lo hicieron brillar para ella
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| Porque con él cerrado, su espejo
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| Siempre fue hermosa y joven
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| Pero el desastre ahogó su casta real
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| y cada garganta de la que colgaba
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| Allí la locura, la muerte y el horror se aferraron
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| Inmortalizado en forma mortal
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| Ella era un espectáculo para los ojos marchitos
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| Una plaga para plagiar con gusto
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| Y esparcirse como besos rojos emocionados
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| ella era mas que yo
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| Más que salas
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| podría cumplir en el lenguaje de los ángeles
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| Ella lanzó un hechizo en cada celda
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| En mi nadie
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| Ella me devolvió la lengua
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| Que ella podría ejecutarlo en sí misma
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| Ella era Lilith. |
| ella era ligera
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| yo no era más que un parásito
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| Llamado a la tentación
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| En sus tonos aterciopelados
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| A través de travesuras congeladas, vestida de blanco
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| Ella me llevó al paraíso
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| Neath cometas en ovación
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| Como la Reina del invierno, entronizada...
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| placeres arquetípicos
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| Luego agonías mucho más raras
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| Yo era un discípulo jurado
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| De sus caprichos y oscuros decretos
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| En el pelo de Europa
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| Sus espías estaban por todas partes.
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| Una sílfide entre los asquerosamente ricos y elegantes
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| Su gran plan
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| Todo el caos y la caída del hombre
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| Porque mientras alimentaba oscuros apetitos
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| Ella crió a sus hijos allí.
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| El engendro del amor y la guerra
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| Presidir los clubes Hellfire
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| Archi-masones y Agharta
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| El engendro del amor y la guerra
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| Ella montó la bestia. |
| sus piernas separadas
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| Un iniciador de pira ardiente
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| El patio de recreo de la vida eufórico, vistas tan vertiginosas
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| Y las sensaciones encendieron su sonrisa
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| Mientras los esclavos celebraban sus ritos satánicos
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| Subimos al cielo en pecado
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| ella vino a mi
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| Como ella vendrá a ti
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| Embriagando en su seducción
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| Su balanceo de sirena. |
| vudú devastador
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| Persistente, la resistencia es inútil, tonto
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| Para esta Diosa, en la lujuria es cruel
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| Más allá de cualquier medida, sus placeres encontrarán
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| Un Edén pervertido en tierra sagrada
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| Vasto el poder que acaricié
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| La oscuridad llevada a la carne viva
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| Y en ella ahora gobierna un universo acobardado |