| Hace mucho tiempo, pero todavía en esta era
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| Había un hombre, buscando las respuestas
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| Para las preguntas de la vida
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| Llegó un ángel tan hermoso
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| a su lado y que se escuche su voz:
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| «Te daré lo que buscas
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| Pero tendrás que dar tu alma.»
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| Recuerda que no tienes nada que perder
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| Espera lo que te darán
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| El ángel parecía tan bueno y honesto
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| El hombre decidió pagar el precio
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| Mientras su alma yacía en la mano del ángel
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| El ángel le dio las llaves.
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| A las salas del tesoro y dijo:
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| «Recuerda siempre,
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| La verdad está en todas partes en estos pasillos.
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| Entra sin miedo…»
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| El hombre abrió la primera puerta.
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| Y se cerró detrás de él
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| Por todas partes había cosas, que eran
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| mostrándole las respuestas
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| Justo como le han dicho
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| Las joyas espirituales eran
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| Acostado en el suelo
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| Esperando ser tomado por sus manos
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| Esta búsqueda se prolongó durante muchos años.
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| Hasta que estuvo satisfecho
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| Con las respuestas que le habían dado
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| De repente notó algo tan extraño
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| Él había estado caminando dentro
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| Estas salas durante muchos años.
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| Pero no encontró una salida
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| Finalmente conoció al ángel.
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| Caminando en uno de los pasillos
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| El hombre corrió y le pidió ayuda.
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| Pero el ángel le mostró el alma.
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| Y le dijo al hombre:
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| «¿Recuerdas lo que me diste?
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| te he dado lo que pediste
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| Pero no hay salida
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| De estas salas del tesoro
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| Terminarás tus días aquí.
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| En mi reino»
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| Las cosas ya no estaban tan claras
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| Y de repente los ojos de la belleza se volvieron malvados
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| El traidor había parecido tan blanco y limpio
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| Pero el alma negra que llevaba dentro
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| Había estado oculto hasta ahora…
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| el hombre fue traicionado
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| Ahora no quedaba nada más que dolor
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| Podía sentir que su cuerpo y su espíritu se derrumbaban.
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| El ángel disfrutó lo que se vio ante sus ojos
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| Porque la promesa que una vez dio
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| No era más que mentiras
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| Jugar con fuego tuvo su precio a pagar
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| El hombre había pagado con su alma
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| A esta antigua guarida
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| ¿Qué bien le habían dado a él en su lugar?
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| Si ahora muriera, nunca
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| Poder volver a ver la luz del día
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| La imagen de la vida en magnificencia divina
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| Se iría para siempre
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| el hombre se cayó
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| De rodillas y lloró
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| El ángel no mostró piedad
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| Y le dijo que no había nada que hacer Su vida ahora nunca podría cambiar
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| Había recibido la mentira como una verdad
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| Y esa confianza nunca podría ser recuperada
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| De repente sintió una voz interna que decía:
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| «Este no es el final, sígueme, te muestro el camino».
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| Una paloma vino volando dentro de las salas del tesoro.
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| Seguido por un cordero que una vez fue sacrificado
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| El rostro del ángel palideció al verlos.
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| Dejó los pasillos de inmediato, muerto de miedo.
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| El cordero tomó el alma ennegrecida
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| Lo lavó y se lo devolvió al hombre. |