| Una libra de carne, ni más ni menos
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| Golpeando mi corazón, y golpeando mi pecho
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| Lengua abultada, sangre en mi aliento
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| Devorar la hora hasta que no quede nada
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| La forma en que estás sonriendo, tentadora
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| Tallando el poste de la cama, contando los días que pasan
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| Remolinos de brasas encienden mi deseo
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| Para prender fuego a esta casa en llamas
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| Ella tiene esos ojos de dormitorio
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| Ahora finalmente me doy cuenta
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| Eres el azúcar que hace que la medicina sepa tan dulce
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| Todas tus predicas me ponen de rodillas
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| Cuando agitas la mano estás separando los grandes mares azules
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| Alabado sea el señor, ahora has vendido todos los asientos
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| Te seguiré hasta las puertas del infierno
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| Tengo una historia y un alma para vender
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| Nariz en la tierra, olfateando tu aroma
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| No hay razón para orar, confesarse o arrepentirse
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| Daño hecho y estoy curando mis heridas
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| Un pensamiento sin cabeza está contaminando el útero
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| El suelo se arrastra para salir de la habitación.
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| Ni un segundo tarde, ni un minuto demasiado pronto
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| Y ahora me doy cuenta
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| ¿Qué hay detrás de esos ojos de dormitorio?
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| Eres el azúcar que hace que la medicina sepa tan dulce
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| Todas tus predicas me ponen de rodillas
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| Cuando agitas la mano estás separando los grandes mares azules
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| Alabado sea el señor, ahora has vendido todos los asientos
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| Te seguiré hasta las puertas del infierno
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| Tengo una historia y un alma para vender
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| Nariz en la tierra, olfateando tu aroma
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| No hay razón para orar, confesarse o arrepentirse
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| Eres el azúcar que hace que la medicina sepa tan dulce
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| Todas tus predicas me ponen de rodillas
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| Cuando agitas la mano estás separando los grandes mares azules
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| Alabado sea el señor, ahora venderemos todos los asientos
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| Sabe tan dulce |