| Un millón de flores blancas en un campo en el cielo
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| Parecía deletrear un saludo mientras los niños pasaban volando Un guardia en un carro de plata y oro
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| Les dio a los niños todos los boletos, luego la historia que contó.
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| De un tiempo en el futuro que era sol y flores
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| Y los niños se adormecieron en las torres blancas del cielo
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| Soñaron con la historia que el guardia había mostrado
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| Vieron todas las maravillas, las mentes diminutas se asombraron
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| Vieron bosques de dulces y dragones que respiraban fuego
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| Sobre todo lo que era malo en el fango brumoso
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| Llegaron al pueblo donde las tortugas en cuevas
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| Hice pasteles para la gente y la limonada.
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| La gente vivía junto al mar y cada día
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| Las gaviotas los despertarían al pasar en su camino
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| La gente era amable, le cantaban al cielo
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| Y cada nueva y brillante mañana, el sol brillaba en sus ojos
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| Los niños pasaron y toda la gente pudo ver
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| Mientras se zambullían desde el cielo hasta el mar de melaza
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| Se bañaron en la arena blanca, los minutos se convirtieron en horas
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| Y todos los niños se rieron y se regalaron flores
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| El rey de su castillo bajó al mar
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| Y les habló a los niños con tanta paciencia
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| Les dio pequeños presentes y se despidió de ellos.
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| Y los niños las desenvolvieron, campanitas de plata
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| Su tintineo flotaba a través de la isla con facilidad.
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| Y volvió hacia ellos en la brisa perfumada
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| Sonrieron al tintineo, miraron al sol
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| Y se sonrieron unos a otros, hermosos chiquitos
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| Un hermoso caballo blanco bajó al mar
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| Y todos los niños subieron cuando él se arrodilló sobre una rodilla
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| Cabalgaron a través de los valles y alto sobre las colinas
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| Y se rieron oh tan fuerte, su miedo a matar
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| Llegaron a la orilla de un lago de profundo terciopelo y verde
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| Y todos miraron maravillados su belleza serena
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| Se subieron del caballo blanco, miran como va
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| Mientras estaban junto al lago verde para besarse los dedos de los pies
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| Un barco en la distancia de repente estaba allí
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| Esperando para llevar a los niños a cualquier parte
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| El capitán puercoespín dijo que no le importaba
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| Con su abrigo de agujas negras, se veía muy amable.
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| Su tripulación eran seis conejos con orejas blancas y esponjosas.
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| Y todos los niños los acariciaron y perdieron todos sus miedos.
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| Navegaron a través del sol, a través del lago verde
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| Y bebieron limonada y comieron pastel de helado
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| Aterrizaron en una cueva oscura cuando el barco desapareció.
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| Y todos se quedaron en la oscuridad, a través de las sombras miraron
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| Pero fuera de la negrura brillaban diamantes tan brillantes
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| Sus diminutas manos blancas protegían los ojos de la luz.
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| En un estanque de mercurio estaba Neptuno tan sabio
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| Y las perlas eran sus dientes blancos, brillantes diamantes sus ojos
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| Habló a los niños con voz de terciopelo.
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| Y él les hizo señas, en un círculo se sentaron
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| Habló de la isla del cielo y de su cueva mágica.
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| Y mágicas conchas rosadas a los niños que dio
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| Escucharon atentamente mientras la música llegaba lejos.
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| De las mágicas conchas rosadas y nadie habló
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| Pero Neptuno se había desvanecido cuando levantaron los ojos
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| Así que salieron de la cueva mientras dos martines pescadores lloraban
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| Bajo la brillante luz del sol, se arrodillaron
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| Escucharon las conchas marinas del mar mágico
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| Pero el día se volvió mucho más oscuro, así que subieron en la brisa
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| Y flotaron hacia el pueblo, y la gente estaba complacida
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| Verlos tan felices con sus cascabeles
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| Y toda la gente escuchaba las conchas musicales
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| Pero los niños estaban tan tristes que había llegado el momento de irse.
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| Así que la gente se despidió y les rogó que creyeran
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| De las maravillas que habian visto en la isla del cielo
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| Y los niños dijeron que lo harían y volaron
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| A través de las nubes blancas del no tiempo hasta siempre parece
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| Y los niños quedaron niños y vivieron en sus sueños |