| y la ancha costa desierta
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| el mar mezcla colores con el cielo
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| y los gansos salvajes vienen volando,
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| como velas en el viento
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| peregrinos extraños a la tierra
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| ahora me pregunto cómo es ser,
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| más allá del sol de medianoche
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| con el campo de hielo de diamante parpadeando
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| y el largo día nunca terminó
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| Bueno, parece que los aquí
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| llamando, en el lenguaje de la libertad
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| el espíritu, de la amplia tierra del norte
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| hay momentos y situaciones,
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| donde un hombre debe estar solo
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| creyendo que nunca, nunca tuvo un amigo
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| las paredes se agolpan para aplastarlo
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| y las palabras lo traspasan hasta los huesos,
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| porque se esfuerza tanto por lograrlo,
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| y descubre que simplemente no puede soportarlo,
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| en el final
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| pero hay una lección en el silencio,
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| sabes que es tan eterno como el sol
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| nunca te dan más de lo que puedes soportar
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| y aunque podrías llamar para preguntar,
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| todas las cosas que has hecho
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| eso no te va a llevar a ninguna parte
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| porque la puesta del sol ensangrienta el agua,
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| el viento sopla sin cesar
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| los gansos salvajes vuelan por los antiguos senderos,
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| a través del cielo de la tarde
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| y me parece escucharlos
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| llamando, en el lenguaje de la libertad
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| el espíritu, de la amplia tierra del norte
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| el espíritu, de la amplia tierra del norte |