| El disgusto viene con la conciencia de la infelicidad.
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| Convertir esta vida en un anexo del infierno
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| Enfermedad universal para la que no existe cura
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| Sin causalidad, debemos aceptarla.
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| Como un milagro negativo
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| Porque todos los seres humanos son profundamente infelices
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| Pero ciegos, la mayoría de nosotros no podemos ver esta obviedad
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| Y nada puede detenernos de sangrar
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| En nuestra deliciosa búsqueda de la desesperación absoluta
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| E incluso nuestros desprecios sobrehumanos
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| Y nuestras repugnancias
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| Nuestra armadura de desdén, el colmo de la desesperación
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| Son fútiles frente a la agonía de la existencia
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| Que milenios de dogma han tratado de borrar
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| Hemos forjado a Dios sin reserva de energía
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| Proyección antropomórfica de nuestra anemia
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| Imagen pobre y enclenque sin interés.
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| en el que nadie podría reconocerse
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| Porque es el Diablo el que se parece a nosotros
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| Señor de la guerra, inteligente y mezquino
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| Pero despertando nuestro disgusto, los hombres odian
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| y repudiarlo
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| Se reconocen demasiado en él
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| Para alabarlo
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| Ninguna oración está dirigida al Diablo
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| Y no tiene altar
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| Porque adorarle sería alabar
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| Nosotros mismos introspectivamente
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| Él es la evidencia y la realidad no es
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| Un objeto de culto
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| Pero vestido de negro, está de luto
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| Nuestras vidas y virtudes
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| El aire del pecado del creador es irrespirable
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| Porque la desesperación y el mal están por doquier en el corazón de los hombres
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| Todo me da asco, los hombres, la vida, este mundo
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| Todo me da asco menos la muerte saludable |