| Te quitaste los auriculares y dijiste
|
| Tienes este dolor en el cuello
|
| Está en un punto ciego, entre tus hombros y tu cabeza.
|
| «No soy un experto» respondí
|
| «Pero cariño, nunca te sientas derecha
|
| O es de alitas de pollo y bistec contaminados
|
| O ¿qué pasa con el aislamiento inadecuado?
|
| O algún tipo de reacción postraumática
|
| ¿O incluso una rara mutación en tu ADN?»
|
| Tienes un plan de pensiones y una cruz en una cadena
|
| Pero, oh, ese dolor no desaparecerá
|
| Tienes una furgoneta Volvo y una casa a tu nombre
|
| Pero puedes sentirlo todos los días
|
| Dices que todo ha sido investigado
|
| Pero eso no es nada, nada parece funcionar
|
| Y ahora sientes pena por tus antepasados
|
| Todas sus guerras y sacrificios
|
| Hombre, esa mujer tirándose debajo de un caballo
|
| Mientras creas en los efectos de la lavanda
|
| Tienes una pastilla de cianuro si alguna vez te enfermas
|
| Pero no, no es tan malo todavía
|
| Tienes un arma en tu cama y una licencia para matar
|
| Pero no lo sostendrás en tu cabeza
|
| Hubo silencio, estábamos entrecerrando los ojos
|
| El frigorífico seguía zumbando
|
| ¿O fue algo con el microondas?
|
| «Bueno, eso es dudoso» susurré
|
| «Pero me temo que no hace una diferencia
|
| El Universo no se preocupa por nosotros de ninguna manera»
|
| Tienes un plan de pensiones y una cruz en una cadena
|
| Pero, oh, ese dolor no desaparecerá
|
| Tienes una furgoneta Volvo y una casa a tu nombre
|
| Pero puedes sentirlo todos los días |