| Te criaron dentro del Hotel Roosevelt
|
| Tus padres supieron tratarte y te trataron bien
|
| Nunca tuviste que aplicarte a nada en absoluto
|
| Pero niña, haces que funcione, lo usas bien
|
| Una combinación de telas unidas por el hechizo
|
| en el que todo el mundo cae
|
| Cuando entras en la habitación
|
| Todo el mundo deja caer su vaso y se desmaya
|
| ¡Aquí vienen las ratas de la ciudad de Nueva York!
|
| Bueno, tu papá era banquero y tu mamá era pintora
|
| Pero nunca compartiste ese tipo de objetivos, nah
|
| Trabajaste los otros 9 a 5: buena postura borracho en el frío
|
| Cuando sea el momento de morir recuerda esto
|
| Cuando tu paraíso se haya desvanecido y tus huesos se estén desgastando
|
| Recuerda las paredes del jardín
|
| Y los tomos de novelas raras
|
| Sin mencionar todo el alcohol.
|
| Es un maldito milagro que hayamos vivido
|
| ¡Aquí vienen las ratas de la ciudad de Nueva York!
|
| Ahora, todos analicen y aplaudan:
|
| Oh, cuando las ratas vienen corriendo
|
| Cómo espero estar en el favor del Señor
|
| Cuando las ratas vienen corriendo
|
| Cuando las torres comienzan a caer
|
| Cómo esperaré estar en un sótano
|
| Cuando las torres comienzan a caer
|
| Y cuando las sirenas empiezan a gemir
|
| Nos alinearemos con los pecadores
|
| Cuando las sirenas empiezan a gemir
|
| Cuando la tierra sea tragada
|
| Cómo esperaré a Dios que estaré cabalgando hacia el cielo
|
| Con las ratas de Nueva York cabalgando detrás
|
| Y cuando aceleramos nuestros motores y llegamos al otro lado
|
| Soltaremos, soltaremos, soltaremos
|
| Y luego cerraremos la autopista de peaje: el día de la transfiguración
|
| Abre las puertas del coche, deja que suene la radio
|
| Estaremos bailando suavemente a la luz del día
|
| Hasta que llega el ferry y te lleva
|
| A un asilo en el río donde te consumirás
|
| Ahora su procesión final comienza en la Avenida A
|
| Hacemos marchar tus cenizas por el distrito hacia la autopista West Side
|
| Eras el salvador, el invasor, tenías el derecho de paso
|
| Tu alma es tragada por el Hudson
|
| Es el río que odias
|
| El predicador hace señas al coro.
|
| Y el paseo marítimo comienza a temblar
|
| Ahora todos inclinen sus cabezas y oren: «Gracias a Dios por las ratas» |