| Entonces Jesús y los doce viajaron por toda Galilea
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| No solo predicar a la gente, sino enseñar a la gente.
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| Y las multitudes lo seguían porque hablaba con autoridad
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| Como nadie que hayan escuchado antes
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| Un maestro vino a la ciudad
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| Y Galilea estaba deseosa de oír
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| Lo que dijo el Maestro, volvió la cabeza de la gente
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| Y pon la ciudad justo en su oreja
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| Estaba dando clases en una montaña
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| La clase estaba atenta a Su palabra
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| La lección en el monte fue cómo vivir y hacer que cuente
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| Ellos escucharon y esto es lo que escucharon
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| Bienaventurados los pobres de espíritu
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| Así es, tendrán el Reino de Dios
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| Bienaventurados los que lloran
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| sus grilletes serán rasgados
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| Y los que lleven la cruz de la justicia, tendrán recompensa
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| «Bienaventurados los mansos», dijo el Maestro
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| Sí, ellos heredarán la tierra.
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| Aquellos que tienen hambre de lo correcto, apaciguarán su apetito.
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| Su copa estará llena, para saciar su sed
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| El maestro era alguien
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| Como nadie que hayan visto antes
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| El maestro tenía algo sobre él
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| no pudieron ignorar
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| Los misericordiosos conocerán la misericordia de Dios
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| Los puros de corazón verán el corazón de Dios
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| Sí, lo harán, y Él pasó a enseñar
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| Los hacedores de la paz serán llamados hijos de Dios
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| «Bendito seas», dijo el Maestro
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| Cuando los hombres te persigan y mientan
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| Aunque es difícil de aceptar, si es por mi bien
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| Tendrás recompensa por y por El Maestro fue alguien
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| Como nadie que hayan visto antes
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| El maestro tenía algo sobre él
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| no pudieron ignorar
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| El Maestro era un hombre llamado Jesús
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| El vino a salvarnos del pecado
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| Cuando lo escuchas hablar
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| Y poner la otra mejilla
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| Esa es una manzana para el Maestro de los hombres
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| Esa es una manzana para el Maestro de los hombres |