| Sé que estás cansado de despertar en el suelo
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| Empujado hasta el borde sin nada pesado para sostener
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| Usar tu ropa como manta y cama
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| Sosteniendo tus manos solo para recostar tu cabeza.
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| Sé que no recuerdas haberte caído nunca,
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| Quién te recogió, quién se reunió alrededor
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| Pero no tienes que ser su chica
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| Y no tienes que ser mi chica
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| Siempre puedes ser tu propia chica.
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| Con el sonido de tus pies te sigues hasta dormir
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| Inquieto y sin edad y en busca de algo para mantener,
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| Cuando finalmente te duermes, estás despierto en sueños,
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| Colgado de los tobillos en un barranco de esqueletos.
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| Sé que pateaste las luces, caíste sobre tus zapatos,
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| Perforado los colores, dejándote el blues.
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| Pero no tienes que ser su chica
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| Y no tienes que ser mi chica
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| Siempre puedes ser tu propia chica.
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| Hay una suave melodía que suena en mis oídos
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| Simple y lento y siempre te trae aquí
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| Con crayones rotos que has garabateado en la pared
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| Las formas de la nada y las sombras las enmarcan todas.
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| Las yemas de tus dedos están rotas y tus rodillas no se doblan,
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| Tu imaginación recibió el peor golpe y se cortó la piel.
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| Pero no tienes que ser su chica,
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| No tienes que ser mi chica,
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| Siempre puedes ser tu propia chica.
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| Hay una suave melodía que suena en mis oídos
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| Y es el mismo que nunca pudiste evitar en el tuyo,
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| Y si te acuestas puedes escuchar de la lengua a la cola
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| Sobre un ritmo tatuado y tambores por rueda de colores.
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| Tu peldaño está roto en la parte inferior de la cuerda
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| Y no puedes atar otro, otro nudo de esperanza.
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| Y no tienes que ser su chica
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| Y no tienes que ser mi chica
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| Siempre puedes ser tu propia chica. |