Me enamoré no poco, ¡ay, de nadie!
|
El tiempo gorgoteó como el agua.
|
Arriesgada y dulce ella me amaba,
|
Mi problema rizado.
|
Hizo una mueca a los charcos, estaba orgullosa de su marido,
|
Pero ella se escapó hasta la mañana.
|
Una flor en un tallo delgado, un fragmento de sol en un broche.
|
Y gracias a ella y ¡¡¡Hurra!!!
|
Como en una moneda lanzada caímos en verano
|
Y cayeron en él sonando.
|
Corrieron, se dispersaron y volvieron a luchar con el pecho.
|
De un comienzo corriendo, dulcemente borracho
|
Dobló sus alas en el interior del coche.
|
Y la risa se fue volando.
|
En un hilo hay una campana con la que deambula por la noche.
|
Hermosa tristeza.
|
Hermosos ojos, y yo, y yo...
|
Como el viento empuja una hoja viva.
|
Donde las tijeras de sus bellas piernas cortan los días
|
Hermosos ojos, y yo, y yo...
|
No acumulé sus fragmentos para uso futuro.
|
Y los dispersó. |
Y Dios la bendiga...
|
Pero las tardes, como pájaros, están cansadas de batir,
|
Atrapado en una dulce soga.
|
Estaba confundido como una tontería, uno de ellos fue el último,
|
Sin una palabra, me encanta la tranquilidad.
|
Y su sonrisa tan pegajosa pegada en mis labios
|
Y dividirse en tristeza.
|
Como el cielo marcado por un relámpago, como la orilla salvaje de las olas,
|
¡Como cristales rotos en el suelo!
|
Hermosos ojos, y yo, y yo...
|
Como el viento empuja una hoja viva.
|
Donde las tijeras de sus bellas piernas cortan los días
|
Hermosos ojos, y yo, y yo...
|
No acumulé sus fragmentos para uso futuro.
|
Y los dispersó. |
Y Dios la bendiga... |