| En el callejón, donde brillaban los faros,
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| Donde el semáforo entrecerró el ojo amarillo,
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| Me holgazaneé con la guitarra ruidosa
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| Y miró por sus ventanas como un ladrón.
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| Con la tristeza callada de una armónica huérfana
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| La cálida tarde estaba lista para hacer eco
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| Pero solo los gatos negros intentaron
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| Esperando gatos harapientos.
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| Brillantes, como desde el pórtico, sinfonías del patio,
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| Es hora de que los reproduzca todos de memoria.
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| Y una cerca no es una cerca sin lilas,
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| Sin palabras avergonzadas
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| caería de rodillas ante él,
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| Se subió sin reparar en sus pantalones.
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| A esta estúpida y gloriosa niña
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| yo, que he comido beleño,
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| Sí, mi gloria maldita interfiere,
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| Sí, un traje de tres cifras.
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| Brillantes, como desde el pórtico, sinfonías del patio,
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| Es hora de que los reproduzca todos de memoria.
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| Como si me engañaran con las cartas,
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| Sin valla, lila, ventana,
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| Sólo el álamo aplaude,
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| Sí, la luna mira en silencio.
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| Tabla de cortar de mesa Dominosh
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| Golpeó huesos en ellos,
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| Pero queda un pájaro de medianoche
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| Y nos canta comprensiblemente solo. |