| Rebobinó de llamada en llamada,
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| Y pensó que 10 años eran bagatelas.
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| Y se quedó en el pueblo "por ahora" -
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| En el cruce de dos vías: un guardagujas.
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| Fregó los rieles a las composiciones,
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| cubierto de nieve,
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| Y saltando las reglas de hierro,
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| seguido de ondear su bandera.
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| Una vez a la semana había un carruaje Stolypin
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| Al rincón más oscuro de la estación
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| Y se abalanzó sobre la flecha con una linterna,
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| Donde las ruedas tocan la bocina - con baile.
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| ventanas enrejadas
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| navegó justo a tiempo.
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| Mejillas - calientes. |
| Y el recuerdo tembló -
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| después de todo, así fue una vez él mismo.
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| Y cuando el carbón rojo se derrita
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| y las ruedas silban con chispas,
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| Él, sin pasar por las reglas de hierro, una burbuja.
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| En dos vasos, decidirá con seriedad.
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| Y sueña que antes de la casa
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| los rieles estarán rectos,
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| Y la composición, impulsada por un sueño,
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| pide la ruta de su casilla de verificación.
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| Ahora remo profundo, luego superficialmente,
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| Cuento los días, luego los años.
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| Traduce, hermano, una flecha para mí.
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| Después de todo, no voy a ir allí.
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| Ahora cuento los días como durmientes -
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| Quién sabe cuándo terminará.
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| Dame la flecha, hermano, te pido tan poco -
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| Después de todo, no voy a ir allí. |