| Un gran señor vino caminando por el bosque
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| Una mañana con un arma en la mano;
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| Rico era su castillo, nada le faltaba,
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| Pero matar era su plan;
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| Cuando un pájaro blanco pasó volando, ella cayó del cielo,
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| No se encontró nada, solo sangre en el suelo, ella no estaba;
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| Maldiciendo su fortuna,
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| Se volvió hacia el bosque para matar una vez más,
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| Y de pie delante de él estaba una mujer joven y encantadora
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| con la mano colgada de dolor,
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| Cuando la vio sus ojos se llenaron de deseo,
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| Él dijo «debo tenerla, ella debe ser mía,
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| Ella será mía…»
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| Él le ofreció plata, él le ofreció oro,
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| Pero ella lo tiró al suelo,
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| Cayó de rodillas y le suplicó:
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| «Oh, por favor, ven conmigo,
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| Lo que deseas será encontrado;»
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| Ella dijo: «Señor, iré si pones tu arco,
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| Y perdona a estas criaturas, déjalas en paz,
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| No tienes necesidad…»
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| Pero sus palabras se perdieron en el viento
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| Sus ojos estaban fijos en una reina
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| Y todo lo que vio fue una mujer
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| Y todo lo que ella era, era un sueño...
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| Oh oh... Y todo lo que vio fue una mujer, y todo lo que ella era,
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| Fue un sueño... |