| Te invito a entrar. Siéntate, en el taburete de la barra
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| Un poco más abajo, está más tranquilo de lo planeado
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| Y la mayoría de nosotros tímidos
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| Hay una gota y un estribillo
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| Palabras agudas, creencias duras
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| Algunas canciones abajo
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| Estoy cansado y me retracto
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| Y la voz suave del cantante
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| Todavía astuto pero vacío
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| Es suficiente estar herido
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| Un pulgar en la herida
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| Debería caminar y dejar que todo mire.
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| En rima, rodando mantras llamando
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| Cada vez, con el zumbido descendente de las estrofas
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| El cielo conoce mi endecha
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| He suspirado y cantado cada verso
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| Se acabó, y se acabó
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| Tomaré mi sombrero y me inclinaré
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| Y los cantores han hablado
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| Cortante crecido y enojado
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| Es el objetivo ser escuchado
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| Un pensamiento de la herida
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| Entonces, ¿debería cumplir o pensarlo?
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| ¿Me estoy escapando?
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| Sin fe en esta habitación
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| Debería negarme y dejar que todo se escape
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| Algunos en siete, algunos en nueve
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| palabras cruzadas
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| Algunas rimas no funcionarán
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| Despecho, envalentonado pero trillado
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| Estoy pesado y torcido
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| No puedes estar escondiéndote lo suficiente
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| Lo intenté, tiempo y cada vez
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| Me rendí y estoy frito
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| Ahora jubilado, di suficiente
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| La nostalgia curativa de la canción se agrió
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| Ahora es simplemente sensiblero
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| Mi único tenor está ahogado
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| Este estruendo hizo crecer la discordia. |
| me estoy retirando
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| Así que sin dudarlo, rápido en nuestro camino
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| O estás ahogado
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| Sin reservas, sin bis para jugar
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| me estoy retirando |