| Sadie, bata blanca
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| me llevas a casa
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| Y enterrar este hueso
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| Y toma este cono de pino
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| enterrar este hueso
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| Para roerlo después, roer el teléfono
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| Hasta entonces, oramos y suspendemos
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| La noción de que estas vidas nunca terminan
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| Y todo el día hablamos de misericordia
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| Llévame al agua, Señor, seguro que tengo sed
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| Abajo en la zanja donde casi te sirvo
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| Arriba en las nubes donde casi te escucha
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| Y todo lo que construimos y todo lo que respiramos
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| Y todo lo que derramamos o arrancamos como malas hierbas
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| Se amontona en la espalda y se quema irrevocablemente
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| Y hablamos por turnos hasta que el silencio se apoderó de mí
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| Y te bendigo y lo hago profundamente
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| Ya no estoy decidido, oh y te llamo
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| Pero el agua se puso tan fría
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| Y pierdes lo que no tienes
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| Esta es una vieja canción, estos son viejos blues
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| Y esta no es mi melodía
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| Pero es mío para usar
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| Y las aves marinas donde una vez creció el miedo
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| Rebañarán con furia y enterrarán lo que vino por ti
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| Y abajo donde zurciré con el reparador de ojos lechosos
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| tu y yo y un amor tan tierno
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| Estirado en un aro donde coso este adagio
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| Bendice nuestra casa y su corazón tan salvaje
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| Y todo lo que quiero y todo lo que necesito
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| Y todo lo que tengo está esparcido como semilla
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| Y todo lo que sabía se está alejando de mí
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| Y todo lo que sé está soplando como plantas rodadoras
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| Y los gusanos harinosos en la salmuera se quemarán
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| En una pira salada entre faunos y helechos
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| Y el amor que tenemos y el amor que despreciamos
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| Nunca se enfriará, solo taciturno
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| Y te lo diré mañana
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| Oh Sadie, vete a casa ahora
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| Y bendice a los que se han enfermado abajo
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| Y bendícenos a los que así lo hemos elegido.
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| Y todo lo que tengo y todo lo que necesito
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| Me ato un nudo y me acuesto a tus pies
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| Y no lo he olvidado, pero un silencio se apoderó de mí
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| Así que desentierra tu hueso, exhuma tu piña, Sadie |