| Alas abiertas desde la garganta como una polilla
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| Después de cien, la bondad te cubre
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| Hasta trescientos todavía lamentas que los rusos sean un pueblo bebedor,
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| Y desde cero cinco esto se puede perdonar y entender
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| Y tanta gracia en el alma
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| Es posible vivir aquí, si solo sabes cómo
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| Y con el dispositivo acuéstate y acuéstate bajo el látigo,
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| Pero siempre sonríe y canta.
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| Y nunca, nunca, nunca, nunca estés sobrio
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| Y nunca, nunca, nunca, nunca...
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| A los diez años, es demasiado pronto para estudiar este tema resbaladizo.
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| A los veinticinco es demasiado tarde para empezar
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| A los cuarenta te conviertes en un sabio mentor de los jóvenes.
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| Y antes de los cien no te pones sobrio ni una maldita cosa, y esas tonterías por todas partes.
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| Es posible vivir aquí, si solo sabes cómo
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| Y coser un traje y crujir con una prótesis,
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| Pero siempre sonríe y canta.
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| Y nunca, nunca, nunca, nunca estés sobrio
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| Es posible vivir aquí, si solo sabes cómo
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| Extinguir sin bomberos, soportar sin anestesia,
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| Pero siempre sonríe y canta.
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| Y nunca, nunca, nunca, nunca estés sobrio
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| Congelar a plena vista, en una multitud loca
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| Y solo tú puedes escuchar la música, bailar
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| Como un oso científico
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| Y nunca, nunca, nunca, nunca estés sobrio
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| Y nunca, nunca, nunca, nunca
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| Y nunca, nunca, nunca, nunca estés sobrio
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| Y nunca, nunca, nunca, nunca estés sobrio
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| Y nunca, nunca, nunca, nunca estés sobrio
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| Y nunca, nunca, nunca, nunca |