| Ganó la guerra, en tierra extranjera
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| Ese no era un héroe, ese era mi viejo
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| Y volvió a casa, donde conoció a su mujer
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| Y crió a sus hijos, mientras hacía una vida
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| Ahora bien, él nunca predicó, aunque siempre supo
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| Y lo vimos de cerca, solo para recoger pistas
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| Y a veces tarde, en la oscuridad de la noche
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| Puedo verlo allí, a la luz de la luna pálida
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| Estoy intentando
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| Y no se como
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| Y no se cuando
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| Pero tendré que decírselo algún día.
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| Y en cuanto a esta mujer, mi padre se casó
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| Sabíamos que éramos amados, con las palabras no dichas
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| Y cuando éramos jóvenes nos enseñó a todos a leer
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| Y luego, uno por uno, ella nos vería partir
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| Nunca la vi llorar, porque escondió sus lágrimas
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| Como uno por uno, desapareceríamos
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| Pero, por supuesto, escribiríamos y, por supuesto, llamaríamos
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| Solo para escuchar su voz, cada vez que caíamos
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| Estoy intentando
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| Y no se como
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| Y no se cuando
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| Pero tendré que decírselo algún día.
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| Así que escribí estas palabras, y espero que duren
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| Porque los años han venido, y los años han pasado
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| Piensa en todo lo que dieron, piensa en toda la deuda
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| Pero no puedo encontrar una manera de pagarlos todavía
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| Porque los días aún llegan, y la deuda aún aumenta
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| Y las palabras no dichas, realmente cuentan
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| Pero a veces todavía, en la oscuridad de la noche
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| Puedo verlos allí, en la pálida luz de la luna
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| Estoy intentando
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| Y no se como
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| Y no se cuando
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| Pero tendré que decirles algún día |