| Mi papá era un redondo
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| Tuvo que hacerse algún cambio
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| Bajó de la montaña
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| Se afeitó la cabeza y tomó un tren.
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| Pero mantengo mi sartén grasienta
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| Mantener mi lámpara recortada y baja
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| Mis pies cansados, estos pisos por los que camino
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| Pero por qué nunca lo sabré
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| Y escucho ecos de su corazón
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| Golpeando desde tierras lejanas
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| Y escucho el silbido solitario
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| De ese tren que me robó el hombre
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| Y me abrazo a mi hijo
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| Enséñale a soportar la vergüenza
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| Para tomar los golpes
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| Los entremeses que
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| Gana un nombre honesto
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| Pero el dinero se está agotando, ¿sabes?
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| No amigos para ayudarme a través de
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| Solo una última cosa que puedo vender
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| Y eso tendrá que hacer
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| Pero siento hambre en mis mejillas hundidas
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| En el temblor de mi mano
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| Y siento el ruido de las ruedas
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| De ese tren que me robó el hombre
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| Mi mente solo se dedica a divagar
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| A medida que el día va caminando hacia el oeste
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| Y la locura viene arrastrándose
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| A través de ese agujero dentro de mi pecho
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| Y el dolor canta la canción simple
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| Que grita toda la noche
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| Una melodía de él y de mí
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| Eso nunca sonó tan cierto
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| Y veo nubes oscuras en aumento
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| Y veo enanos en la arena
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| Pintan mi vista con visiones
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| Del tren que robó a mi hombre
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| Y soñé que encontraba su encrucijada
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| En la tierra de palos y piedras
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| Donde las pequeñas preocupaciones del corazón
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| Son preocupaciones tan desconocidas
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| Me tomó en sus brazos, ya sabes
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| Y me ató a su costado
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| Atrapé ese primer viento de las colinas
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| Y más adelante cabalgamos
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| Bueno, sentí su toque en mi pecho
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| Esa mano implacable
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| Pero cuando me desperté, podía oler el humo
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| De ese tren que me robó el hombre
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| Ahora el viento corre por mi piel
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| Y la lluvia corre por mis ojos
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| No puedo encontrar ningún suelo para sostener mis pies
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| ¡Dios sabe cuánto lo intento!
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| Para cuando llegue el amanecer, me limpiaré los dientes
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| Y empolvar mi pecho
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| Quítate este delantal desteñido, nena
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| Y ponerme mi mejor ropa de domingo
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| Para atar las cuerdas para arreglar mi corazón
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| Voy a mirar a tierras santas
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| Y recostar mi espalda en la pista
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| De ese tren que me robó el hombre |