| Por esto todos nos sustentamos: una creencia en la naturaleza humana
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| Y en justicia y paridad... solo tenemos la fe para seguir adelante
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| Imperceptible el cambio a medida que nuestros votos se convierten en meros gestos
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| Y nuestros señores y maestros deciden arrojarnos
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| En los roles de siervos y esclavos
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| En el nombre del nuevo imperio
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| Sí, y cada maldito emperador afirma que la libertad es su causa.
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| Mientras mejora su toque común como una cláusula de salida
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| A las naciones, las naciones hablan en el lenguaje de las alcantarillas;
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| Operar en horario estelar insulta el impulso imperial
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| Se extiende por la pantalla
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| La verdad ha sido golpeada hasta las rodillas; |
| las mentiras se incrustan hasta el infinito
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| hasta que su repetición se convierte en un dictamen
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| Somos traidores a no creer
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| Con qué impotencia lamentamos el proceso democrático
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| Mientras nuestros gloriosos líderes conspiran para alimentarnos
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| Los últimos restos de imperioso desdén
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| En el nombre del nuevo imperio
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| Sí, y cada maldito emperador tiene las manos en la falda de la historia.
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| Mientras posa para la posteridad sobre la tierra recién excavada
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| Sí y cada maldito emperador con su sonrisa enfermiza rictus
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| Habla para salir de casi cualquier cosa menos de la mentira interior
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| Porque todo maldito emperador cree que su derecho a gobernar es divino
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| Así que irá girando y girando y girando hacia su propio declive
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| Imperceptible el cambio a medida que nuestras voces vacilan una a una
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| Y el doble rasero de la propaganda
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| Todavía toda nuestra justa rabia
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| Por esto todos nos sustentamos: nuestra creencia en la naturaleza humana
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| Pero nuestra fe disminuye, cerca del final
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| Solo somos siervos y esclavos
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| A medida que el imperio decae |