| Venid todos, muchachos de gran renombre, que oiréis hablar de una bella joven doncella.
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| Y ella salió en un día de verano para ver el desfile del soldado
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| Marchan tan audaces y se ven tan alegres
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| Los colores bien y las bandas tocaron
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| Y eso hizo que la joven María dijera
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| «Te casaré con mi gallardo soldado»
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| Observó a los soldados en el desfile y mientras permanecían en su tiempo libre
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| Y María se decía a sí misma: «Por fin encuentro mi tesoro
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| Pero, oh, qué crueles deben ser mis padres.
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| Para desterrar mi verdadero amor lejos de mí
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| Bueno, los dejaré a todos y me iré contigo
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| Mi soldado audaz e impávido"
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| «Oh María querida, el amor de tus padres te ruego que no seas rebelde
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| Porque cuando estás en una tierra extranjera, cree que lo lamentas seguramente
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| Tal vez en la batalla podría caer
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| De un disparo de una bala de cañón enojada
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| Y estás tan lejos del salón de tu papá
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| Déjate aconsejar por un valiente soldado".
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| «Oh, tengo cincuenta guineas en oro justo, también un hogar que está ardiendo
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| Y los dejaría a todos y me iría contigo, mi audaz soldado impávido
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| Así que no digas que no, pero déjame ir
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| Y me enfrentaré al atrevido enemigo
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| Y marcharemos juntos de un lado a otro
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| Y me casaré contigo, mi valiente soldado"
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| Y cuando vio su lealtad y a María tan sincera
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| Él dijo: «Mi amor, casados estaremos y nada más que la muerte nos separará
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| Y cuando estamos en una tierra extranjera
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| Te protegeré, cariño, con mi mano derecha
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| Y espera que Dios pueda soportar a un amigo
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| Con María y su valiente soldado" |