| El pasado no se puede recuperar, y no hay nada de qué afligirse:
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| cada era tiene sus propios bosques.
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| Aún así, es una pena que sea imposible con Alexander Sergeyevich
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| cenar en Yar, pasar al menos un cuarto de hora.
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| Ahora no tenemos que andar a tientas por las calles:
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| los coches nos esperan y los cohetes nos llevan a lo lejos.
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| Aún así, es una pena que no haya más taxistas en Moscú,
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| al menos uno, y no habrá a partir de ahora, pero es una pena.
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| Me inclino ante el conocimiento del mar sin límites,
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| prudente su edad, amando su edad de experiencia.
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| Aún así, es una pena que todavía soñemos con ídolos,
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| y todavía nos consideramos esclavos.
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| Forjamos nuestras victorias no en vano y nutridas,
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| hemos encontrado todo, tanto un puerto confiable como ligero ...
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| Aún así, es una pena: a veces sobre nuestras victorias
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| levanta pedestales que son más altos que las victorias.
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| Moscú, no crees en las lágrimas, esta vez ha comprobado,
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| coraje de hierro, firmeza y fuerza en todo.
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| Pero si alguna vez creíste en nuestras lágrimas,
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| ni nosotros ni vosotros tendríamos que estar tristes por el pasado.
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| El pasado no se puede traer de vuelta... Salgo a la calle
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| y de repente me doy cuenta: en la misma puerta de Arbat
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| el taxista está de pie, Alexander Sergeyevich está caminando ...
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| ¡Oh, mañana, tal vez, algo suceda! |