| Tengo este retrato fosforescente del gentil Jesús manso y apacible
|
| Tengo esta ramera con la que tengo que llevar el hijo de otro hombre
|
| La estrella solitaria que anunciaba la vacante se apagó cuando llegamos
|
| Nos devolverían al otro lado de la frontera si supieran que sobrevivimos
|
| Y se sorprendieron al vernos Entonces nos saludaron con palmas
|
| Pidieron municiones, actos de contrición y pequeñas limosnas
|
| Podría recitar una pequeña oración
|
| Si alguna vez las dijera
|
| Me acuesto en un marco de hierro
|
| Me encontré en el manicomio
|
| Desearía poder tomar algo para ahogar el ruido
|
| Lamentos ecos por los pasillos
|
| Tengo esta radio imaginaria y estoy presionando el dial
|
| Tengo el aire acondicionado conectado a la televisión para que no explote en mi ojo
|
| Y todo lo que pensé que era fantasioso y me burlé como demasiado extremo
|
| Debe ser entretenimiento familiar aquí en la extraña tierra de mis sueños
|
| Ahora estoy practicando mi semejanza de San Francisco de Asís
|
| Porque si sostengo mi mano extendida
|
| Un pajarito viene a mi
|
| Podría recitar una pequeña oración
|
| Si alguna vez las dijera
|
| Me acuesto en un marco de hierro
|
| Me encontré en el manicomio
|
| Escapando de los dedos que se estiraban a través de los barrotes
|
| Lamentos ecos por los pasillos
|
| La pianola toca «Life Goes On»
|
| Tono de llamada sonó «Jerusalén»
|
| Y en este pozo de tristeza
|
| donde el rango de miserable se sumerge
|
| Hemos enterrado a todos los inocentes
|
| Ahora debemos enterrar la venganza
|
| Tienen a esta chica asustada y decorada atada al maletero de acero de un mustang
|
| Y luego la condujeron por un bosque de cipreses donde los traidores cuelgan y las estrellas
|
| todavía lentejuela
|
| Colgaban banderas y otros trapos a lo largo de un hilo de hilo de colores.
|
| Y luego arrastraron ese corazón magullado y morado por el camino a Palestina
|
| Alguien se alejó murmurando, mencionó treinta piezas
|
| La Pascua vio una matanza, cada uno envuelto en vellones ensangrentados
|
| Entonces mis pensamientos volvieron a la venganza, pero no puse resistencia.
|
| Aunque parecía muy lejos de mi casa
|
| Realmente no fue una distancia
|
| Y podría recitar una pequeña oración
|
| Si alguna vez las dijera
|
| Me acuesto en un marco de hierro
|
| Me encontré en el manicomio
|
| Hacer una reverencia como un actor que agradece los aplausos
|
| Jugando al cruzado que conquistaba a los moros
|
| Y sabía las consecuencias, pero no acepta la causa
|
| Lamentos ecos por los pasillos |