| Miles de años,
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| antes del amanecer de la historia. |
| Lágrimas de razas antiguas,
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| fluyen como un río hacia el mar.
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| donde corría el río sagrado,
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| ciervo blanco había vagado por la tierra,
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| brillante crepúsculo en nuestros sueños.
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| niño primitivo,
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| tu tribu inolvidable te llama.
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| Descendientes somos uno,
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| el laberinto enredado se rompe una vez más.
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| Un mito sin sentido,
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| sombreas la luz de la semilla.
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| La tierra y el suelo virgen lo miran sangrar.
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| La tierra y el suelo virgen.
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| Rojo, blanco, negro, en masas de ciudad,
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| los edificios corporativos se extienden como sarpullidos,
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| apilados unos sobre otros cuarenta de alto.
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| Apuñalados unos a otros en la espalda,
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| maníacos hambrientos de dinero,
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| cava la tierra y escúpela en tu ojo.
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| Para entrometerse en esta tierra sagrada,
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| donde los mortales han sido prohibidos,
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| donde descansan tus propios antepasados.
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| Para perturbar esta ladera de la montaña,
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| donde en la batalla cabalgamos,
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| y nuestros guerreros donde yacen,
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| el digerido de la tierra.
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| Escucha nuestro grito desde abajo,
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| dejar ir nuestros espíritus inquietos.
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| Nos has atrapado en tu mundo de pecado,
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| que empiece la peste, Maldición.
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| Tus ciudades desaparecen,
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| al interior de la tierra, no sabes
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| tienes que dejar que tu espíritu se vaya, déjalo ir.
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| Tienes que dejar ir a esos espíritus.
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| ¡Déjalos ir!
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| Tienes que dejar que tu espíritu se vaya. |