| Ahora había una vez un erudito
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| ¿Quién empacó sus libros y maletas para ver el mundo?
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| Él nunca metió un solo dólar
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| Y ni siquiera besó a una chica bonita
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| Vagó por las montañas y los ríos
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| Y se fue a dormir donde se acostó
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| Pero entonces, una noche a la luz de la luna pálida
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| Escuchó el sonido más extraño
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| Se puso en marcha, su corazón estaba lleno de asombro
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| Vio un fuego ardiendo en el cielo
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| Y luego escuchó el ruido de un trueno rodante
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| Un millón de ángeles borrachos pasando
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| Desde lo más profundo escuchó cien voces
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| Dicho esto: todos debemos hacer nuestra parte
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| Y cantó una canción que surgió de
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| El fondo de sus corazones
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| Mentira-laalalala-mentira-laalalala
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| Mentira-laalalala-mentira-la-mentira-la
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| Mentira-laalalala-mentira-laalalala
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| Mentira-laalalala-mentira-la-mentira-la-mentira
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| Se encontró rodeado de algunos bailarines.
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| Quien puso sus maletas y su fortuna a las llamas
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| Le dijeron: si buscas respuestas
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| Vas a tener que perder este loco juego
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| Encontraron una carta entre las cenizas
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| Con palabras tan claras y fuertes
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| No importa qué, estoy mejor
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| Y quédate donde hay canciones
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| Mentira-laalalala-mentira-laalalala
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| Mentira-laalalala-mentira-la-mentira-la
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| Mentira-laalalala-mentira-laalalala
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| Mentira-laalalala-mentira-la-mentira-la-mentira
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| Mentira-laalalala-mentira-laalalala
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| Mentira-laalalala-mentira-la-mentira-la
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| Mentira-laalalala-mentira-laalalala
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| Mentira-laalalala-mentira-la-mentira-la-mentira |