| En el precipicio de nada nuevo
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| Se puso en duda todo lo que tenía como verdad
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| Parece que hay agujeros en todos mis cuentos de hadas
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| A pesar de mi pasión por predicarlos bien
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| Un grito silenciado después de muchos años desgastados
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| No un fracaso para lanzar, sino para perseverar
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| Ser uno tan cerca de escribir en mi brazo
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| Un testamento que desde entonces he desgarrado
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| Todos estos anillos alrededor de mis muñecas
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| Como gritan quien soy en esto
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| No estoy santificado y no soy libre
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| No hay amor que haya venido a rescatarme
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| Dobla mi corazón e incluso rompe mis rodillas
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| Pero son estas cadenas las que me están definiendo
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| El pecado es todo lo que he podido manejar
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| Ha sido mi espada e incluso ha sido mi escudo
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| Y la muerte Oh, la muerte es mi único hogar
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| Una tumba tan familiar que podría llamarla mía
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| Porque una gracia amorosa solo puede ir tan lejos
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| En cuanto a mostrar mis heridas y revelar mis cicatrices
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| Un medicamento que he tomado para mejorarme
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| Pero el regusto es el de mi propio infierno
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| No estoy santificado y no soy libre
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| No hay amor que haya venido a rescatarme
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| Dobla mi corazón e incluso rompe mis rodillas
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| Pero son estas cadenas las que me están definiendo
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| Conocí a Jesús, sí, él vino a mí
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| Y me dijo «Hijo, ¿quieres creer?»
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| Grité «Oh, ayúdame desde la tumba en la que estoy,
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| Y enséñame la vida y quién soy realmente.»
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| No estoy santificado y no soy libre
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| No hay amor que haya venido a rescatarme
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| Dobla mi corazón e incluso rompe mis rodillas
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| Pero son estas cadenas las que me están definiendo |