| Y como siempre llego al lugar de siempre
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| Para decirle lo que no he visto
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| Y como siempre este día ha pasado
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| Y no recuerdo cómo y cuándo fue
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| Ella en el fuego se ve y no se ve
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| No sé sus años pero sonríe:
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| Es su mano como un velo fino
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| Y me inclina la cabeza para hacerme bien
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| Y como todas las otras veces en la cama
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| Hace el amor, se duerme en mi pecho
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| Me acaricia a la luz de una llama
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| Y me canta una canción de cuna extraña
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| Tú que vuelves, cuando vuelves
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| No vuelves, nunca vuelves
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| Son días, son sueños
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| Vuelves pero nunca vuelves
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| Tú que vuelves, cuando vuelves
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| No vuelves, nunca vuelves
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| Ahora duerme, que si duermes
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| Mientras sueñas tal vez vuelvas
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| Solo tengo una vez cuando el cielo ya está oscuro
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| Y yo soy un sirviente, un acróbata, un guerrero
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| Pero no recuerdo las cifras del día.
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| Y cada vez que es de noche cuando me despierto
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| Hoy tengo casi veinte años y soy rubio
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| La otra vez cuarenta y la otra cien
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| Y me despierto mientras estoy a caballo
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| Y toco los árboles que se aferran a su cuello
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| Y siempre le hablo de otra vida mía
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| Y ella finge que no lo inventó
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| Ahora la cabaña está llena de luces.
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| Y ella canta una vieja canción de cuna
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| Tú que vuelves, cuando vuelves
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| No vuelves, nunca vuelves
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| Son días, son sueños
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| Vuelves pero nunca vuelves
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| Tú que vuelves, cuando vuelves
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| No vuelves, nunca vuelves
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| Ahora duerme, que si duermes
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| Mientras sueñas tal vez vuelvas |