| Renuncio a ti y a tu amor
|
| Ahora sin valor desde el frío
|
| Como el propósito secreto que me hizo servir
|
| Padre, tú que quieres que me despliegue
|
| En algún otro mundo
|
| Tú, que siempre cambias tu nombre
|
| Y llamar a las armas en algún juego de hierro
|
| Tú que te niegas a dar un paso al costado
|
| Mientras brindamos, la novia sonrojada
|
| Te desprecio, hermano, tú que quisiste matar
|
| Todos los vestidos con harapos
|
| Mira quién se esconde ahora tan quieto
|
| Detrás de las banderas rojas: eres tú
|
| que peleó para echar a los negros
|
| Fuera de nuestras arenas y de vuelta
|
| En el mar, no, no soy yo, te protesto, te detesto
|
| Renuncio a ti y a las bestias de presa que admiras
|
| Y te desafío a ti y a todos los traidores por igual
|
| Y por la presente te traiciono a ti que siempre
|
| Rompe bajo fuego
|
| Y haz que esta llama respire piedra
|
| Te niego, madre, tú que no buscas
|
| La memoria interior: Sin embargo, quien juró no levantarse por el pecado
|
| Ahora hay sangre goteando de tus dientes
|
| A mi piel debajo, a esta mano mía
|
| Tú que siempre traicionas al tiempo
|
| Con falsas urgencias
|
| Tú, abandonado por tus dioses y leyes
|
| Y por tu iglesia con sus mitos prestados
|
| Ahora tratas de aferrarte a esto y rogar por más
|
| En vano, no se sentirá igual
|
| Tú, tan talentoso, tan dotado
|
| Sin embargo, lo ves como una maldición o algo peor
|
| Como una oración que no puede ser levantada
|
| Te rechazo porque te he fallado
|
| Mis maestros que de alguna manera
|
| Me enseñó a escuchar y a gritar
|
| Maestros, los necesito más que nadie
|
| Más que nunca ahora
|
| te ruego que no me juzgues |