| Érase una vez, en una tierra muy, muy lejana
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| Un dragón salvaje descendió sobre la pacífica ciudad de Sagon
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| Quemó los campos con su aliento llameante
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| oscureciendo los cielos
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| En su desesperación, los habitantes rezaron a los dioses de la luz
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| quien tuvo misericordia de ellos, y les envió un viejo forjador de espadas ciego
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| Encendió la fragua y comenzó a golpear el hierro.
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| El yunque martillado el acero comenzó a brillar
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| Después de siete días y siete noches sumergió el acero
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| En un caldero de sangre humana
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| Como el espíritu de la sangre endureció el metal al rojo vivo
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| El herrero se cayó y murió.
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| Y la luz del día resplandeciente fue reflejada por el
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| Hoja plateada de un arma maravillosa
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| La espada de Sagon, ja ja ja ja
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| Príncipe de Asgard, toma esta espada
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| Rompe nuestras cadenas, ilumina la sombra
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| Confía en el metal y en tu fuerza
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| La mitad del reino será tuyo
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| Una vez hubo un tiempo
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| Cuando todos vivíamos en paz
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| Ahora somos los esclavos
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| De la bestia sedienta de sangre
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| Espada de Sagon, fabricada en acero
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| bendecido con sangre
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| Sálvanos de la tiranía
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| Espada de Sagon, apuñala el corazón del dragón negro
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| Mata a la bestia y libéranos
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| Enfréntate al mal de ojo del dragón
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| El humo está oscureciendo el cielo
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| Levanta tu arma, comienza a luchar
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| Poder de metal, mordidas afiladas de acero
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| Rompe la carne de la serpentina
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| Sangre viscosa corre por tu mano
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| Lucha, nunca te rindas
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| hasta que su cabeza yace en la arena
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| Espada de Sagon... |