| Iba caminando solo por las colinas
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| A lo largo del lado oeste de la ciudad
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| Y aunque el sol casi se había ido
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| El día todavía estaba vivo y amistoso cálido
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| El anuncio a la noche
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| Era un tipo extraño de rojo a lo largo del cielo
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| El día casi había muerto.
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| Y su despedida fue un colorido adiós
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| Y de donde vino la dama
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| No puedo recordar, ella acaba de cruzarse en mi camino
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| Pero recuerdo que ella coincidió
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| Sus ojos eran azules, su piel era blanca.
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| Y me esforcé por encontrar algo que decir
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| Lo olvidé todo, dije
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| Supongo que todo fue una locura de todos modos
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| Señora de la tarde de verano
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| Ven, acostémonos en el suelo sobre la colina
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| Señora de la tarde de verano
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| Miremos y hablemos y soñemos y esperemos hasta
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| Hasta que la noche sea oscura y fría
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| Señora de la tarde de verano, déjame por favor
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| Déjame sostener tu mano en la mía
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| Señora de la tarde de verano, déjame por favor
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| Déjame tocar tus labios como el vino
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| Y déjame correr mis dedos, a través de tu cabello de oro
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| El tiempo que pasamos juntos
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| No se puede medir con las dos manecillas de un reloj
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| Me sentí como si estuviera soñando entonces
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| Y después de todo, creo que tal vez era
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| Porque cuando le pedí que volviera
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| Ella sonrió con una sonrisa que nunca había visto antes
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| Ella besó mi mejilla y se escapó
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| Y nunca más la he visto
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| Señora de la tarde de verano
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| Ven, acostémonos en el suelo sobre la colina
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| Señora de la tarde de verano
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| Miremos y hablemos y soñemos y esperemos hasta
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| Hasta que la noche sea oscura y fría
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| Señora de la tarde de verano déjame por favor
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| Déjame sostener tu mano en la mía
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| Señora de la tarde de verano déjame por favor
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| Déjame tocar tus labios como el vino
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| Déjame pasar mis dedos por tu cabello de oro |