| Ayer organicé una prueba para mi guitarra.
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| Y la sentenció a ser fusilada.
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| Cambié mi voz
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| Ella cortó las ramas
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| En el que he estado sentado durante tantos años.
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| E hice tales pretzels con un trago,
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| Que las paredes estaban sordas y los perros aullaban.
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| Y ella susurró, pulgón,
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| En silencio, suavemente, para reír.
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| Trenkala motivos del amanecer.
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| Que amanecer aquí, cuando hay nieblas sin despertar
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| Y no ver las luces detrás del velo blanco.
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| Los fosos se llenan de agua,
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| Y los plátanos ya no curan las heridas.
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| ¡Qué amanecer aquí!
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| ¿Por qué estabas bromeando, guitarra, sobre mí?
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| Fui tanto defensor como juez y fiscal.
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| Oh, ella meneó y se retorció.
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| Pero hubo una breve conversación.
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| Y me apresuré a tomar represalias.
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| Y ahora la tumba estaba esperando al engañador.
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| Y las canciones que creó gritaron: "¡Lo siento!"
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| Como, calentar el alma de corazón duro.
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| Y, retorciéndose las manos, mi verso prematuro
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| “¡Misericordia”, gritó, “¡misericordia!”
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| Bueno, ¿cómo puedo perdonar?
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| Cuando casi veinte años
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| Le confié todo y un poco más,
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| Y lágrimas de rabia brotaron de las mejillas a la cintura de las tres gracias...
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| Bueno, ¿cómo puedo perdonar?
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| Cuando estaba en el suelo y la muerte abrió la cuenta.
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| Disparo. |
| Recordó al difunto con un vaso.
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| Después de todo, ella era mi amiga.
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| Acuéstate sin sábana, suspiro
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| Y, habiéndose lavado, se durmió,
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| Pero saltó por la mañana del miedo.
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| Que amanecer aquí, cuando hay nieblas sin despertar
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| Y no ver las luces detrás del velo blanco.
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| Los fosos se llenan de agua,
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| Y los plátanos ya no curan las heridas.
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| ¡Qué amanecer aquí!
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| ¿Por qué estabas bromeando, guitarra, sobre mí? |