| Aunque me veas ahora, el mero fantasma de un hombre,
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| Una vez tuve el corazón de un león.
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| Al mando de mi nave, entre muchas costas,
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| El viejo Jolly Roger volando.
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| El mío era un nombre que infundía miedo en los hombres,
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| Y arrepentirse en un montón de muchachas.
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| Mira, cómo desearía poder recuperar esos días,
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| Mientras miro estos vasos de cerveza vacíos.
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| Pienso en los tiempos pasados cuando lo tenía todo,
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| Jugué con las esposas de los hombres y sus hijas.
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| Y en mi búsqueda de esta riqueza mal habida,
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| Apuñalé y corté y maté.
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| ¿Y para qué? |
| (¡OYE!)
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| Los hombres con los que he luchado,
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| Se corresponden con el número de mujeres que he comprado.
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| ¿Y para qué? |
| (¡OYE!)
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| he matado y he disparado,
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| Y enrojeció con sangre las frías lágrimas de los niños.
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| Y si pudiera volver atrás y hacer las paces,
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| Volvería a cometer todos esos errores.
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| ¡Y mata hasta el último de esos bastardos, amigo mío!
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| Mi barco fue lo último que verían muchos,
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| A medida que redujimos la brecha con nuestra cantera.
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| Ruido de cañones y madera astillada,
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| Anunció nuestro paso a la gloria.
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| Nos apoderamos de todo el botín y echamos por tierra el barco,
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| Nuestros corazones no tenían tiempo para ningún herido.
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| Tomé mi parte y la tripulación se quedó con el resto,
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| Y en el puerto lo atamos.
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| La vida tiene muchos placeres y nos saciamos,
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| De comida y de mozas y cerveza.
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| Cuando nos cansamos del oporto o lo bebimos seco,
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| Se acercaba el momento de zarpar.
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| ¿Y para qué? |
| (¡OYE!)
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| No hacemos caso a ninguna ley,
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| El otro hombre sufre para que podamos tener más.
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| ¿Y para qué? |
| (¡OYE!)
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| Vivíamos todos los días,
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| La soga del verdugo a un pelo de distancia.
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| Y si pudiera volver atrás y hacer las paces,
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| Volvería a cometer todos esos errores.
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| ¡Y mata hasta el último de esos bastardos, amigo mío!
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| Oh, he visto maravillas que nunca has soñado,
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| Y tomé mi parte justa, debo decir.
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| bodegas llenas de botín que felizmente agarré,
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| De tripulaciones que no verían un nuevo día.
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| El oro español iba y venía, y las piedras preciosas se vendían,
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| Y sabía que había más en el horizonte.
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| Sin embargo, la cerveza era demasiado buena y las chicas demasiado dulces.
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| Y ahora en mi vejez, se ha ido.
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| Estos recuerdos fueron comprados con la vida de hombres buenos,
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| Un precio que pagué sin escrúpulos.
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| Tantos tantos sufrieron para que yo pudiera emborracharme,
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| Y arrogancia de burdel en burdel.
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| ¿Ahora para qué? |
| (¡OYE!)
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| Han pasado muchos años,
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| Aún resuenan en mis oídos los gritos de los vencidos.
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| ¿Pero para qué? |
| (¡OYE!)
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| Tengo sangre en mis manos,
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| Espero mi lugar en los pasillos de los condenados.
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| Y si pudiera volver atrás y hacer las paces,
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| Volvería a cometer todos esos errores.
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| ¡MATARÍA HASTA EL ÚLTIMO DE ESOS BASTARDOS, MIS AMIGOS! |