| Mientras bailas alrededor del becerro de oro
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| estás girando hacia abajo
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| Mostró a todos los chicos hambrientos de la ciudad
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| lo que se habían perdido
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| Ellos pensaron que has encontrado
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| Los ecos de ese sonido sagrado
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| Lo que hizo que escupiera en el suelo
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| que el habia besado
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| tu alma se estaba desgarrando
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| Y una amenaza fue arrastrada detrás de ti
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| Mientras huías a las sombras
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| De la cama en la que te escondiste
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| Y mientras el susurro se extendía
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| El color se oscureció a un rojo
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| Eso manchó todo lo que dijiste
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| con lo que hiciste
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| Y te conocí una noche
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| A través de un truco de luz
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| Hace mil vidas
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| Sostuve tu cara en mis manos
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| Y tracé cada línea
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| Nunca quisiste mostrar
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| Porque sé
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| Somos los niños que nunca dejan ir
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| Somos los niños que nunca dejan ir
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| Mientras derramaban una cruz
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| Los bordes de tu vestido
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| Cruzaron a la capa
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| De la escarcha alrededor de tu nombre
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| Y cada uno de ellos se perdió
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| Entre el hamer y la cruz
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| que has etiquetado
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| Y luego arrojado a la llama
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| Sabes que nunca ment a intentar
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| Para enseñar cualquier cosa
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| Pero mi mandamiento se rompió
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| Cuando choqué con tus caderas
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| Y quien era yo para atreverme a amarte
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| La guerra se ha doblado al miedo
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| Con todas las cicatrices que declaras
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| a través de tus labios
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| Y te conocí un día
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| A través de una grieta en el pavimento
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| Mil silencios de edad
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| tiré de tu pecho
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| A mi mano y apreté
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| Cada grieta que estaba cubierta de nieve
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| Porque sé
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| Somos los niños que nunca dejan ir
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| Somos los niños que nunca dejan ir
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| Somos los niños que nunca dejan ir
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| Me obligaron a buscar
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| A través de las cajas podridas y el salvamento
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| eso fue desglosado
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| Y borrado por el mar
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| Y cuando salimos
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| Vimos el ataúd que están atados
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| De la luz de la luna escondió su pila dorada
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| y fui yo |