| En la parte trasera de tu auto
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| Donde la luz de las estrellas
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| Atrapó nuestros ojos en un momento de azul
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| Fue entonces que supe
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| Todos mis sentimientos eran ciertos
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| Y lo que los amantes como nosotros tenemos que hacer
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| Miré la hora
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| Y el tiempo pasó tan rápido
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| Como una flecha que vuela al corazón
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| Y pensé que toda la vida
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| no seria suficiente tiempo
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| Para deleitarse con este placer tan oscuro
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| Los amantes son mortales
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| Sus corazones son del tamaño de nubes nocturnas.
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| Los amantes son mortales
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| Sus acciones son celosas y orgullosas.
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| Los amantes son perdedores
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| Y quién sabe los moretones que llevan
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| Porque los amantes son mortales
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| Tan frágil como el aliento que comparten
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| En las sombras de las puertas
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| Donde los amantes siempre están
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| Las víctimas de las antorchas y el azar
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| Te abrazaría tan cerca
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| hasta el aroma de tu pelo
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| Me envió tambaleándose mi mente en un trance
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| Oh, todavía puedo recordar
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| La suave música de la lluvia cayendo
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| Plateado y fresco en la noche
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| Y se lavó a través de nuestro amor
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| Como un río en inundación
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| Como un océano de lágrimas que brilla intensamente
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| Y me gusta creer
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| Que los recuerdos que tejemos
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| Son los ecos agridulces de los sueños
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| Por la noche su llamada se desvía
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| De los pasillos de ayer
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| Como las campanadas lejanas en la brisa
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| Los amantes son mortales
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| Sus corazones son del tamaño de nubes nocturnas.
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| Los amantes son mortales
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| Sus acciones son celosas y orgullosas.
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| Los amantes son perdedores
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| Y quién sabe los moretones que llevan
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| Porque los amantes son mortales
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| Tan frágil como el aliento que comparten |