| Fue en una noche fría y ventosa
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| nos sentamos esperando el amanecer
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| acurrucados cerca del fuego
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| y todas las persianas estaban cerradas
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| cuando oímos que venían golpes de pezuñas
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| y un relincho en la noche
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| y la luna colgada en la montaña parecía temblar
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| El caballo se detuvo dentro del patio.
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| y el jinete saltó
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| podíamos oírlo correr hacia la puerta
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| mientras los tacones de sus botas golpean el suelo
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| y lo escuchamos respirar pesado
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| a través del amargo viento aullador
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| mientras golpeaba bruscamente la ventana
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| Abre tu celosía
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| deja que todas tus voces se aquieten
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| porque los sabuesos me pisan los talones
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| y hay labradores en la colina
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| Necesito un caballo y agua
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| porque mi yegua está gastada y coja
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| y la misma puerta que sabía parece cerrada contra mí
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| Nos llevamos las manos a los oídos
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| para que no escuchemos su súplica
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| que habíamos sido llamados por el cielo
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| por fin para pagar nuestra tarifa
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| por los favores que habia hecho
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| y los deberes que había pagado
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| como Pedro en el mercado le negamos
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| Ahora el viento de la noche es silencioso
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| y los perros el único sonido
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| aullando en la montaña
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| en la cantera que han encontrado
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| y los que nos alejamos quedamos
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| para vivir cada día de vigilia
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| vergüenza de ver nuestras caras en el espejo
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| Ahora es una noche fría y ventosa
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| nos sentamos esperando el amanecer
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| acurrucados cerca del fuego
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| y las persianas están cerradas
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| porque todos los santos han dejado
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| nuestra cada Víspera de Todos los Santos
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| y el jinete cabalga sobre la montaña |