Un rastro carmesí se derrite en tierra seca.
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Una voz se escucha en las antiguas raíces,
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El cobre oscurece la bruma de los problemas de despedida,
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Enterrando el dolor en un olvido sofocante.
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El amanecer se hunde de nuevo en la niebla,
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Frío creciendo hacia el crepúsculo del día.
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Caminé después de la primavera
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Condujo a la bestia por los caminos,
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Agua fría y nebulosa,
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Los vientos aulladores rezaron.
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El pasado congelado yacía,
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La danza de la ventisca dio a luz,
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Llamado a la amarga oscuridad,
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En los amaneceres, ella escondía el anhelo.
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Escucho tu susurro desde lagos grises,
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Las sombras se entrelazan en ramas negras.
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Bajo el hielo derretido veo tu mirada -
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Un estanque sin fondo en ojos claros.
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Un velo yace un patrón de sangre
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Una pesada cubierta sobre las piedras en ruinas.
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Mi viejo sueño respira tristeza -
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No puedo respirar bajo tierra
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Agua negra derramada
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Mira de nuevo a la sangre del cielo.
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Corriendo a través de la nieve opaca
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Buscando una llama lejana
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Gritando en el silencio resonante
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Llamado a los fuegos muertos.
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Susurrado en una noche sin luna
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Entré en el páramo de los bosques,
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coronado el día con hierbas,
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Inhalé el humo de los incendios.
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Cubrió las flores con cenizas,
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Compartí un sueño con los ciegos,
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mantuvo una paz agria,
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Rodeado de un búho gris
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Dibujé señales en los remansos,
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Las tormentas hicieron eco de las canciones,
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Seguí al lobo ciego
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Mira sin ojos atormentados. |