| En un cálido día de verano, a la hora de mi juventud
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| Caminé las cuatro millas hasta tu puerta
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| Llevabas un sombrero de paja, tacones altos a juego
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| Y el vestido de algodón más blanco que he visto
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| Cuando traté de abrazarte, te alejaste
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| No tienes que decírmelo, está en toda tu cara
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| Puedo ver la escritura en la pared
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| Y hay una distancia en tus ojos que lo dice todo
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| Léelo y llora, no puedo dormir
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| Porque sé que no cambiarás de opinión mañana
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| Me estoy hundiendo y no quiero perderte
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| Este vacío es más de lo que puedo manejar
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| No me diste razón pero me diste una rima
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| Puse las palabras a la música y estaba fuera de mi mente
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| Todo lo que tengo son las cartas que guardo
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| Y a veces justo antes de irme a dormir
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| Los leo y lloro, me quitaste de los pies
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| Ahora lo sé, el tiempo es el único sanador
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| Me duelen estos celos, la idea de verte con otra persona
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| Corta como un cuchillo en mi corazón
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| La vida es un río, se tuerce y gira
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| Pero te superaré, nena, viviré y aprenderé
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| El periódico está lleno de ofertas de enero.
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| Supongo que no compraré cuentos de hadas
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| Léelos y llora, llorando en mis sueños
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| Porque sé que voy a estar solo mañana
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| Y caminé las cuatro millas, sí, caminé las cuatro millas
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| En lágrimas y tristeza
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| Esta fue la historia, aquí es donde termina
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| La próxima vez seré más sabio, no me defraudarán de nuevo
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| Te quise tanto pero fracasé
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| Ahora todo lo que tengo son estos pequeños rastros de papel
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| Léelos y llora, léelos y llora
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| Oh sí, de de de
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| Léelos y llora, léelos y llora
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| Ah, ja
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| Te quise tanto pero fracasé
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| Ahora todo lo que tengo son estos pequeños rastros de papel, ah |