| A menudo he pensado que la vejez está muy lejos
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| Pero lentamente llega la vejez
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| Poco a poco por delicadeza
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| Para no ofender al viejo músico.
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| Si estoy engañado por su cortesía
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| Si a veces creo que ella todavía está lejos
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| Sobre todo quisiera que antes se me apareciera
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| Lo que soñé cuando era niño
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| Ah, deja que venga al menos la hora de la cereza.
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| Antes de golpear mi pandereta
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| Antes de que tuviera que empacar mis maletas
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| Y me empujó en el último tren
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| Por supuesto que diremos que es una tontería.
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| Que mi utopía está fuera de temporada
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| Que otros han cantado la hora de las cerezas
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| Pero que desde entonces han cambiado de opinión.
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| Yo si he conocido años nefastos
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| Y mis cerezos de primavera podridos
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| No quería darle la vuelta a mi chaqueta.
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| Ni resignarme como un hombre amargado
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| Ah, deja que venga al menos la hora de la cereza.
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| Antes de golpear mi pandereta
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| Antes de que tuviera que empacar mis maletas
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| Y me empujó en el último tren
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| Mientras pueda arrastrar mis zuecos
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| voy a tararear esa canción
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| Que ya amaba cuando era repartidor de periódicos
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| Cuando estaba pasando por la época de las lilas
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| Que otros que yo canten por ciruelas
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| Me mantendré fiel al espíritu.
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| Que vimos aparecer con la Comuna
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| Y que todavía sopla en el corazón de París
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| Ah, deja que venga al menos la hora de la cereza.
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| Antes de golpear mi pandereta
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| Antes de que tuviera que empacar mis maletas
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| Y me empujó en el último tren |