| Miguel se sienta en la tienda de la esquina con la piel como cerámica de terracota
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| Esperando un autobus, un autobus
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| Con un sombrero como el de Billy Jack, una sonrisa como la de Freddie Prinz
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| Viene y se va con el polvo
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| Mirando por su ventana el mundo mientras los cielos del desierto se abren e introducen
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| Las estrellas que bailan en el espacio
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| Pero se queda profundamente dormido con un sueño que mantiene
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| Debajo de su funda de almohada
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| Llévame quienquiera que seas
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| Estoy esperando con misas los ritos de paso
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| Y deseando a una superestrella
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| Stacy agrega a su billetera y se desliza por un poste de latón
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| Para bebidas gratis y una propina más grande
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| Posando desde un buen hogar que la persigue cuando está sola
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| Ella arroja lo que no puede desnudar
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| Llévame quienquiera que seas
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| Estoy esperando con misas los ritos de paso
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| Y deseando a una superestrella
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| Muéstranos el camino, muéstranos el camino
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| Porque queremos ser amados y queremos ser salvos
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| Y todos queremos estar bien, y todos queremos estar bien
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| Pero no tenemos los medios para pagar
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| Y no tengo los medios para pagar
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| Llévame quienquiera que seas
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| Estoy esperando con misas los ritos de paso
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| Y deseando a una superestrella
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| Miguel se sienta en la tienda de la esquina fumando un cigarrillo
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| Se enfadó con un punk en el barrio gangsta
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| Stacy da una calada y le pone las manos en la espalda.
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| Y caminan como si fueran madera de acebo
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| Llévame quienquiera que seas
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| Estoy esperando con misas los ritos de paso
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| Y deseando a una superestrella |