| No fueron dos días. |
| una noche y un dia
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| Vuelvo a mirar al hombre que era antes
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| Un extraño arrepentido golpeó en la orilla
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| Tus cálidos brazos derribaron las paredes
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| El diablo con las malditas cosas de todos modos
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| No sirvieron, solo un marco
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| Desde allí miraría, sólo miraría
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| No tomar parte en este mundo
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| había vendido mi mula y fardo de heno
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| Estos zapatos se fueron, hechos jirones y gastados
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| Me llevarían al cielo o caminarían directamente a un agujero
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| No te vi venir hasta que te escuché allí
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| En un solo respiro, en dos o tres palabras
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| El anciano cruzó el puente y por el costado
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| Y me quedé de pie sosteniendo mi espada
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| Lo tiré al suelo, ya no lo necesitaba
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| Un alma en la que hundirse, lavando la mía
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| Rodé como un cerdo en vacaciones
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| Riendo chico riendo, sonriendo chico sonriendo
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| Este no era un día normal
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| Mi espalda jorobada estaba recta, mis ojos estaban en llamas
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| Entonces finalmente recordé cómo solía ser la vida
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| Jugando en el océano haciendo estallar ritmos con tus manos
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| Giró la llave en la cerradura y la puerta se abrió de par en par
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| ¿Y qué encontramos dentro?
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| Un hombre con una vista reinventada
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| Sin camisa ni pantalones, el pájaro colgado está desollado
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| Flotando en una olla
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| Me apuñalaste con honestidad, pasión y paz
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| Y la voluntad de seguir adelante con piernas de acero
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| Brazos como Popeye, vertiginoso como el olivo
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| Bailando como un guisante de olor con una amplia sonrisa abierta
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| Ahora empiezo a contar la historia.
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| Del niño perdido encadenado salvado por una niña |