En el desierto, en la oscuridad, en una noche sin luna
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El tipo vagaba, preocupado, quemaba fósforos.
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Y en el silencio ominoso el bosque le profetizó,
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Su destino es un resultado muy sombrío.
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Y cada arbusto parecía un feroz depredador.
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Las ramas crujieron sobre su cabeza.
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De repente apareció frente al banquillo,
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Ojos dolorosamente forzados cautivados por la oscuridad.
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De alegría, se golpeó la cabeza con la puerta.
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Y gimió lastimosamente: "He estado en el bosque todo el día
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Vagando como una bestia, esa mirada aullando
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¡Déjame ir, de lo contrario, aplastaré el banquillo!”
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Pero con un montón de maleza en una espalda estrecha,
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El abuelo salió de la espesura, cubierto de pelo.
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Y en ese mismo momento se encontró sobre un pino,
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Aferrado a las ramas con barba y bigote.
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Y el tipo dio un paso atrás y tropezó.
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Cayó y rodó de cabeza por un barranco,
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En el fondo me encontré entre matamoscas
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Y la cabeza daba vueltas, el diablo sabe cómo.
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De alegría, se golpeó la cabeza con la puerta.
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Y gimió lastimosamente: "He estado en el bosque todo el día
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Vagando como una bestia, esa mirada aullando
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¡Déjame ir, de lo contrario, aplastaré el banquillo!”
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“Oh, culpable, vagabundo, estás frente a mí,
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¡En mi bosque nativo, me asustaste!"
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El abuelo levantó el puño sobre su cabeza:
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"¡Nunca he visto gente tan descarada en mi vida!"
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“No estoy de acuerdo contigo, abuelo, así que estamos igualados,
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¡Qué miedo, yo mismo caí al barranco!
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¡Vete al infierno!" |
exclamó enojado.
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Y el duende se dio cuenta de que este tipo no es tonto.
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De alegría, se golpeó la cabeza con la puerta.
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Y gimió lastimosamente: "He estado en el bosque todo el día
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Vagando como una bestia, esa mirada aullando
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¡Déjame ir, de lo contrario, aplastaré el banquillo!” |