| El olor a podrido de Valencia me pone caliente
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| Expulsado por el arco de la estación de tren
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| Soy el último pasajero en el andén de tus ojos
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| La última «chusta» bañada, amapola chafigada
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| ¿Quién cojones ha apagado la luz?
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| Carne de rodalia y AP7
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| Siete vueltas por semana me enamoro de tu pie izquierdo y veo
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| Cómo cae el cielo encima y con el dedo del medio
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| El aguante y lo tire hacia arriba, ouyeah!
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| En la punta de la lengua tenía un trozo de Venus
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| Que me salía de la boca cada vez que la abría
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| Cuando salgo a buscar la alegría
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| No sé porque termine siempre en tu calle
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| Allí se siente una melodía…
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| Agarre de cañamel, caricia de zarzas
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| «Incarme» un garrote y volar, descivilizarme
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| Aprender a amar las taras, las turbulencias
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| Cuidar a los amigos cómo me cuidan ellos a mí
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| Contarnos las miserias con queso pa y vi
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| Esnifar la vida con «turulo» compartido
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| Hacer viajar la lengua a través del valle que tienes entre los senos
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| Todo por la patria de tu cuerpo, arrugas, muelles, pecas
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| Rincillos ocultos, cicatrices y tatuajes
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| Soltabas poesía en todas las miradas
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| Yo tenía las entrañas llenas de desperdicios
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| Y en la punta de la lengua tenía un trozo de Venus
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| Que me salía de la boca cada vez que la abría
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| Cuando salgo a buscar la alegría
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| No sé porque termine siempre en tu calle
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| Me acerco allí cuando muere el día
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| Y tú siempre me recoges el alma de los pies |