Infundido con la luz del sol,
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dormitaba a la sombra de las vides,
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Solo manecillas color bronce
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Me distrajeron de mis sueños.
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Murmuró un viejo canto
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La brisa que sopla del mar,
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me han llenado de canastas
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Y arrastrado por la pendiente.
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Apenas visible desde debajo del equipaje.
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El burro pisoteó - tsok sí tsok.
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Así que monté en un burro
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Al pueblo jubiloso.
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En mis brazos con una súplica
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El sacerdote llevó al altar
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Y rociado con agua bendita
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Mi carne ambarina.
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¡Olela, milagro, Virgen María!
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¡Olela, milagro, San Sebastián!
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Y luego me tiraron
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En una tina como un barco
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Y bailaron y aplastaron
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mi carne ambarina
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Destrozado, asesinado
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¡Mi hermosa carne!
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Bajo el pie de la trituradora
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mi vida fue aplastada
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Y la sangre hervía como un río,
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Y fluyó sobre los bordes.
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¡Oh, qué tormento, Virgen María!
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¡Qué sufrimiento, San Sebastián!
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Pero ante el mundo afligido
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Corrí por el arroyo desde los picos
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Y apareció transformado
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Sellado en un frasco.
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Años en una bodega de piedra
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Bajo el muro del monasterio
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Convertido en hielo y fuego
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Mi sangre es ámbar.
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¡Años sin luz, Virgen María!
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¡Años en la oscuridad, San Sebastián!
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Abriendo las puertas del atardecer
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entró en la mazmorra
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Dos prelados radiantes
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Y se inclinó hasta el suelo.
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El trueno golpeó desde los campanarios.
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Derramada en el Cáliz de la Luz,
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Se eleva por encima del trono
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La sangre pura de Cristo.
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¡Verdaderamente un milagro, Virgen María!
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¡Verdaderamente un milagro, San Sebastián!
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Tanto los dolientes como los perdidos
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Te invito a una fiesta.
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Soy para siempre consustancial
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El que creó este mundo.
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Lleno de amor
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Todos brillan desde el altar
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Cáliz con Sangre Verdadera-
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Sangre color ámbar.
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¡Oh, qué alegría, Virgen María!
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¡Qué bendición, San Sebastián! |